La introducción de los fármacos en psiquiatría se considera justamente una de sus revoluciones históricas; su papel ha sido fundamental para los modelos biológicos actuales, y la evolución de los mismos ha llevado a que las nuevas generaciones de especialistas (y si, también muchos de los más longevos) se inclinen por el uso de medicamentos más recientes. Sin embargo, aún en la actualidad, existe evidencia clara de que muchos de los medicamentos usados desde hace varias décadas todavía pueden tener un papel preponderante en el ámbito clínico. Justamente una de las moléculas que siguen siendo utilizadas es la Paroxetina, la cual ha comprobado su seguridad y eficacia por más de 20 años. Es el ISRS con la mayor potencia en la recaptura de serotonina, y a pesar de que se considera como el menos específico para ello, sabemos que en la actualidad no existe la suficiente información que de muestre que se encuentra por debajo de los demás antidepresivos en cuanto a eficacia y, por otro lado, su influencia en la función o regulación de otros neurotransmisores ha exhibido muchas indicaciones potenciales. Las revisiones relativamente más recientes la muestran con una muy buena acción ansiolítica, especialmente en etapas relativamente tempranas e intermedias de cualquiera de los cuadros que cursen con dicha sintomatología, siempre y cuando el clínico cuide de una apropiada titulación para evitar la presencia de efectos secundarios; pero esta última afirmación ha llegado a ser cuestionada por algunas publicaciones que muestran a la Paroxetina como una opción costo-efectiva frente a otros psicofármacos en el Trastorno Depresivo Mayor, cuando se realiza una apropiada transición hacia esta, no solo mitigando síntomas depresivos, también disminuyendo justamente algunos efectos secundarios; finalmente, su acción ansiolítica parece tener también un impacto positivo frente al paciente con ideación suicida.
Por fuera del contexto de los problemas afectivos, desde 2013 está aprobada por la FDA (tras dos estudios fase tres aleatorizados controlados contra placebo) en el manejo de síntomas vasomotores de la mujer peri y post-menopáusica; se sugiere utilidad en aquellos pacientes que presentan prurito crónico de cualquier origen (en 2017, el departamento de Dermatología de la Universidad de Radboud en Holanda, encabezados por la Dra. Tessa Kouwenhoven, publicaron una revisión sistemática con evidencia de ello); tiene un rol positivo en el tratamiento de la eyaculación precoz de por vida cuando se combina con Tramadol; ha demostrado un efecto neuro-protector en los déficit de memoria generados por enfermedad cerebral isquémica en modelos animales; y hasta ha sido propuesta como una de las alternativas para potenciar la administración de Clozapina en pacientes refractarios. Así pues, tal y como ha de suceder con otras moléculas de “edad madura”, la sub-utilización de la Paroxetina podría estar anidada en poca difusión acerca de muchos de sus otros beneficios e indicaciones, así que la invitación está principalmente dirigida a conocerlos y aplicarlos a la práctica clínica diaria, eso sí, sin perder el sentido de la oportunidad y la pertinencia.
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